Acabo de regresar de Cozumel—quemada por el sol, feliz y sinceramente todavía pensando en lo intenso que estuvo mi día en El Barriecito. Esta vez no me la pasé solo tirada en la playa. Por fin decidí probar algunos de los tours que ofrecemos ahí, un poco por curiosidad y un poco porque ya quería entender por qué todo mundo habla de ese lugar. Spoiler: sí lo vale.
El Barriecito es uno de los lugares más nuevos en la isla, pero se siente como uno de esos imperdibles. Tiene de todo—desde actividades creativas como pintar tu propio alebrije, hasta funciones completas de lucha libre con drinks y botanas. Yo me fui por la experiencia de lucha libre… y terminé sacándole muchísimo más provecho al día de lo que esperaba.
Desde que llegué, el ambiente se sentía increíble. Todos fueron súper amables y me dieron un recorrido por el lugar. Y lo más chistoso: el que estaba a cargo de mi agenda resultó ser Kevin, un amigo con el que fui a la escuela durante nueve años. ¡¡Hola Kevin!! No nos veíamos desde el kínder, así que aprovechamos para ponernos al día mientras me enseñaba todo. Algunas zonas estaban en mantenimiento, pero aun así, cada rincón parecía sacado de Instagram—murales coloridos, muros de bloques de vidrio y mucha personalidad.
Me metí un rato a la tienda de recuerdos, que es básicamente un paraíso para fans del tequila. Esta vez no probé tequila (estaba guardando el espacio para los tacos), pero vi que varias personas estaban comprando botellas para llevárselas de recuerdo.
Después llegó la hora de la Lucha Libre. Me ofrecieron una jamaica o una margarita (incluidas en el tour) y me dirigí a la arena. Nunca había visto una lucha libre en vivo, así que no tenía idea de lo que me esperaba—y terminé completamente enganchada. Había niños corriendo con máscaras de luchador, gente comprando botanas, aplaudiendo y el ambiente era una mezcla entre evento deportivo y teatro con comedia.
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El host salió al escenario y presentó a los luchadores: Tequila, Thunder, Kukulcán, Barriecito y El Catrín. Cada ronda era puro caos—en el mejor sentido. Había volteretas, traiciones, nuevas alianzas y hasta participación del público. En un momento, la gente le estaba dando sus chanclas a los luchadores para que se las lanzaran entre ellos. Grité tanto que terminé sin voz. Una niña que estaba a mi lado me vio tomando fotos y decidió tomarme algunas con su camarita rosa—ella entendió la vibra.
Después caminé un rato hasta que fue hora de comer tacos. Ahí conocí a Eliu, Diego y Dianelly—súper amables, súper preparados y claramente apasionados por lo que hacen. El taller fluyó súper bien, todo relajado pero bien organizado. La gente estaba feliz, preguntando cosas, metidísima en la preparación. Los tacos estaban deliciosos, pero lo que más me gustó fue cómo explicaban cada uno: de dónde viene, cómo se prepara y cómo combinarlo con distintos tipos de tequila. Aprendías un montón sin sentir que estabas en una clase. Todo se sentía ligero y auténtico.
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La verdad, ese día me hizo conectar con partes de mi cultura que no había explorado tanto. Yo crecí en México y soy mitad mexicana, pero a veces no terminas de valorar ciertas cosas hasta que las vives desde otro lugar. Ya sea que elijas el Espectáculo de Lucha Libre Paquete Clásico, el Lucha Libre, Tacos y Margaritas, el Paquete de Reunión y Saludo de Lucha Libre o el Taller de Taquilla, hay algo muy especial en ver cómo estas tradiciones cobran vida con tanto humor y corazón.
Todavía no he probado el Taller de Escultura Alebrije, pero si te gusta lo artístico y lo hecho a mano, me han dicho que está increíble.
En resumen: si vienes a Cozumel y quieres hacer algo más que tirarte al sol, El Barriecito vale totalmente la pena. Es colorido, divertido y lleno de sorpresas—de las buenas.
Por Bee Díaz